SOBRE PUNTO FINAL
Inicios
Fue en septiembre de 1965 cuando el primer Punto Final salió a la calle, más precisamente a la calle Ahumada de Santiago. Allí, frente al Café Haití -lugar muy frecuentado por periodistas, porque en esos años casi todos los medios estaban ubicados en el centro de la ciudad- un hombre joven, muy alto y delgado, y otro un poco menos joven, muy bajo y de contextura más bien gruesa, se instalaban a vender el primer número de Punto Final. Ese recuerdo de Manuel Cabieses Donoso, entonces de 32 años, y de Mario Díaz Barrientos, de 45, permanece nítidamente en la memoria de quienes tuvieron protagonismo en la etapa inicial de la revista. “Al ver juntos a estos dos periodistas, que eran muy amigos, no se podía pensar sino en Don Quijote y Sancho Panza...”, comenta con una sonrisa el periodista Hernán Uribe Ortega.
Cuando fundaron PF, Mario Díaz y Manuel Cabieses -director y jefe de redacción de la nueva publicación- buscaron crear un espacio para el desarrollo de un periodismo libre, donde los autores pudieran expresarse de acuerdo con su conciencia. Lo bautizaron como Punto Final con el propósito de publicar reportajes en profundidad sobre temas que inquietaban a la opinión pública, ojalá hasta agotarlos, es decir, hasta su punto final. En el editorial de ese primer número se señalaba que PF “no pretende decir la última palabra, pero entregará al lector suficiente caudal de información para que elabore su propio juicio”. Además, se definía como un medio “democrático y de avanzada”. Y precisaba: “Cree que las grandes masas son las protagonistas de la historia y se coloca a su servicio. Pero no se encajonará en fronteras artificiales, no rehuirá la polémica ni sentirá temor de decir la verdad”. PF Nº1 publicó “La tragedia del Janequeo”, un reportaje del periodista Miguel Torres sobre el naufragio de un remolcador de la Armada Nacional que costó la vida de 50 tripulantes. Las causas del desastre habían sido silenciadas por la Armada, para no asumir responsabilidades.